El presidente Donald Trump ha renovado su retórica comercial, esta vez apuntando directamente a Apple y a la Unión Europea. En publicaciones recientes en sus redes sociales, Trump prometió que, de regresar a la Casa Blanca, impondrá un arancel del 25 % a los iPhones fabricados fuera de Estados Unidos si Apple no traslada su producción al país. Además, advirtió que aplicaría un arancel del 50 % a todos los productos provenientes de la Unión Europea si no son manufacturados en territorio estadounidense.
Mientras tanto, Apple intensifica su estrategia de diversificación productiva. Su principal socio, Foxconn, anunció una inversión de 1.500 millones de dólares en una nueva planta de ensamblaje de componentes para iPhone cerca de Chennai, India. Este proyecto generará aproximadamente 14.000 empleos y forma parte del ambicioso plan de Apple para aumentar en un 60 % su producción en India, con el objetivo de alcanzar los 22.000 millones de dólares anuales.
Sin embargo, este avance ha generado fricciones geopolíticas. Según informes, China ha comenzado a restringir el traslado de ingenieros chinos hacia proyectos de Apple en India, dificultando la transición de la compañía hacia una mayor independencia de la manufactura china.
A pesar de los obstáculos, Apple mantiene su meta: que entre el 60 % y el 65 % de los iPhones destinados al mercado estadounidense se fabriquen en India antes de que finalice 2025.
En este escenario de tensiones globales, Trump lanza amenazas comerciales mientras Apple mueve sus fichas hacia el este.
