En una población mundial que es cada vez más longeva, las enfermedades cerebrales son el mayor desafío.
Lo que podría sonar como de ciencia ficción, un “cerebro en un chip”, es ahora una realidad científica gracias al trabajo de la doctora Raquel Rodrigues y su equipo en el Laboratorio Internacional Ibérico de Nanotecnología en Braga, Portugal. Este innovador dispositivo promete cambiar la forma en que se desarrollan tratamientos para enfermedades neurológicas complejas como el Alzheimer.
El microchip, del tamaño de una estampilla, simula el funcionamiento del cerebro humano combinando química, biología e ingeniería. Desarrollado como parte del proyecto BrainChip4MED, financiado por la Unión Europea, esta tecnología permite analizar en tiempo real nuevos tratamientos nanoterapéuticos. La clave de su diseño es el uso de microfluidos, canales microscópicos que permiten probar múltiples muestras simultáneamente, reduciendo costos y aumentando la eficiencia.
Superando la barrera hematoencefálica
Uno de los mayores retos en la investigación neurológica es la barrera hematoencefálica, una membrana que protege el cerebro de toxinas y patógenos. Aunque esencial para la salud, esta barrera limita el paso de medicamentos, lo que frena el desarrollo de tratamientos efectivos. Actualmente, solo existen cuatro medicamentos aprobados para el Alzheimer, y ninguno trata la enfermedad directamente; solo alivian los síntomas.
El nuevo chip recrea esta barrera utilizando biomembranas, un avance significativo frente a los dispositivos tradicionales que emplean componentes plásticos. Según Rodrigues, esta innovación permitirá probar medicamentos en condiciones más cercanas a la realidad humana, eliminando en gran medida la necesidad de pruebas en animales, que a menudo no son representativas del cerebro humano.
Un impacto global
Las enfermedades cerebrales representan uno de los mayores desafíos de salud del mundo, afectando a más de 3,400 millones de personas. Estas condiciones incluyen el Alzheimer, Parkinson, epilepsia, depresión y lesiones cerebrales, entre otras, y su costo anual para los sistemas de salud de los países del continente americano se estima en miles millones de dólares.
El líder del grupo de investigación en Nanomedicina del INL, el doctor Manuel Bañobre-López, señala que, aunque el prototipo está listo, aún faltan años de pruebas y ajustes antes de que pueda ser utilizado para desarrollar medicamentos destinados a pacientes humanos.
A pesar de los desafíos, el optimismo prevalece. “Combatir el Alzheimer es una necesidad urgente. Nuestra tecnología representa un paso serio hacia esa meta”, afirma Rodrigues. Este cerebro en un chip podría marcar el inicio de una nueva era en el tratamiento de enfermedades neurológicas, combinando ciencia de vanguardia con la promesa de un impacto global.