La nave, de 48 metros de altura, no logró pasar bajo los 41 metros de despeje del puente.
Lo que debía ser una escala simbólica en una gira de buena voluntad terminó en tragedia. El Buque Escuela Cuauhtémoc, orgullo de la Armada de México, colisionó el sábado por la noche con el puente de Brooklyn mientras salía del puerto de Nueva York rumbo a Islandia. El saldo fue devastador: dos cadetes muertos, 22 marinos heridos y una embarcación insignia gravemente dañada.
La nave, de 48 metros de altura, no logró pasar bajo los 41 metros de despeje del puente. Según informaron autoridades mexicanas y estadounidenses, el buque perdió potencia y fue arrastrado por la corriente. En cuestión de segundos, su estructura chocó contra la histórica infraestructura neoyorquina, derribando los tres mástiles del barco y generando escenas dramáticas captadas por testigos. Videos muestran a tripulantes colgando de los aparejos, esperando ser rescatados.
Las víctimas fatales fueron identificadas como América Sánchez, de 20 años, oriunda de Veracruz, y Adal Jair Maldonado Marcos, de 23, de Oaxaca. Ambos eran cadetes con sueños bien definidos: ella aspiraba a convertirse en ingeniera naval; él seguía el camino de su padre, también marino. Su muerte ha conmocionado a la comunidad naval y ha desatado cuestionamientos sobre los protocolos de seguridad y navegación en uno de los puertos más transitados del mundo.
El almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles explicó que, de acuerdo con la normativa internacional, el Cuauhtémoc debía ser maniobrado por un piloto portuario autorizado por el gobierno de Nueva York. Así fue. Sin embargo, Morales reconoció que el margen de reacción fue extremadamente corto: entre 80 y 90 segundos. Aún no está claro si el piloto utilizó todos los recursos disponibles para evitar el accidente.
Por su parte, la presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que Estados Unidos ya cuenta con los permisos necesarios para acceder al buque y continuar con la investigación. Al tratarse de una embarcación militar extranjera, se requiere un protocolo diplomático especial para que las autoridades estadounidenses puedan realizar peritajes a bordo. “No es un barco civil”, puntualizó la mandataria, subrayando que se trata de un buque de la Secretaría de Marina, con protección legal bajo convenios internacionales.
La investigación ha sido asumida por la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés), que todavía no ha abordado el buque, pero espera emitir un reporte preliminar en las próximas semanas. La pesquisa completa podría tardar más de un año.
El Cuauhtémoc, embajador flotante de México desde hace más de cuatro décadas, ahora simboliza también la fragilidad de los vínculos internacionales cuando fallan la coordinación y los reflejos.