Con este ajuste, México se posiciona para atraer inversión, fortalecer cadenas locales y reducir vulnerabilidades externas.
El Congreso de México aprobó un ajuste arancelario que incrementa los impuestos a más de 1,400 productos provenientes de países con los que México no tiene tratados de libre comercio, con especial impacto en las importaciones desde China. La medida, que entrará en vigor en enero de 2026, busca fortalecer la competitividad de la industria nacional y garantizar condiciones más equitativas para los productores locales.
De acuerdo con datos presentados en el Senado, los nuevos aranceles alcanzarán hasta el 50 por ciento en sectores como automotriz, acero, textiles, electrodomésticos y plásticos. Legisladores y expertos señalan que esta actualización responde a un contexto en el que México intenta consolidarse como un destino estratégico para la relocalización de cadenas de suministro en Norteamérica.
El gobierno de Claudia Sheinbaum ha subrayado que la iniciativa no está dirigida contra un país en particular, sino que forma parte de una política económica más amplia para proteger empleos y evitar prácticas comerciales que podrían desplazar la producción mexicana. La administración también ha señalado que esta decisión toma relevancia en el marco de la próxima revisión del T-MEC en 2026, donde se evaluará el desempeño de los tres países socios.
Por su parte, China ha pedido a México que “corrija” los incrementos arancelarios, calificándolos como una acción unilateral. Funcionarios mexicanos respondieron que la política cumple con las normas de la Organización Mundial del Comercio y que México mantiene su disposición al diálogo, pero sin renunciar al objetivo de proteger su planta productiva.
Analistas coinciden en que la medida también podría facilitar futuras negociaciones con Estados Unidos en materia de comercio metálico y manufactura, al alinearse con esfuerzos regionales para reforzar la seguridad económica.
Con este ajuste, México se posiciona para atraer inversión, fortalecer cadenas locales y reducir vulnerabilidades externas, en un momento en el que la región busca mayor independencia productiva. Si bien la política ha generado reacciones diplomáticas, para México representa una apuesta por la estabilidad económica, la modernización industrial y una mayor capacidad competitiva frente a los cambios globales.






