México acordó liberar al menos 202,000 acre-pies de agua a partir de mediados de diciembre de 2025.
Después de años de tensiones y retrasos en el cumplimiento del Tratado de Aguas de 1944, México ha comenzado a entregar agua al gobierno de los Estados Unidos, cumpliendo parcialmente con sus obligaciones bilaterales para apoyar a las comunidades agrícolas de Texas y otros estados del sur de los Estados Unidos. El acuerdo surgió tras negociaciones diplomáticas entre ambos países y declara un compromiso formal para resolver un déficit histórico en las entregas del recurso.
El Tratado de Aguas de 1944, administrado por la Comisión Internacional de Límites y Aguas (IBWC, por sus siglas en inglés), estipula que México debe entregar al menos 1.75 millones de acre-pies de agua del río Bravo (Río Grande) cada cinco años a los Estados Unidos, una cantidad clave para el riego y la producción agrícola en la región fronteriza.
En el ciclo más reciente, que concluyó en octubre de 2025, México había entregado menos de la mitad de lo requerido, lo que provocó preocupación entre agricultores, legisladores y autoridades estadounidenses debido a pérdidas económicas y falta de certeza para la siembra. Para incentivar el cumplimiento del tratado, el gobierno de los Estados Unidos ejerció presión diplomática, incluidas advertencias sobre posibles aranceles si no se avanzaba en las entregas.
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Como resultado de estas negociaciones, México acordó liberar al menos 202,000 acre-pies (equivalente a unos 249 millones de metros cúbicos) de agua a partir de mediados de diciembre de 2025, comenzando a reducir el déficit histórico. Estas entregas evitaron la imposición inmediata de tarifas adicionales sobre las importaciones mexicanas y abren espacio para completar un plan más amplio antes del 31 de enero de 2026.
Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés), este acuerdo no solo cumple con lo estipulado en el tratado, sino que también otorga mayor certidumbre a los productores agrícolas de la región que dependen del agua del río Bravo para cultivos clave.
Por su parte, autoridades mexicanas han declarado que las entregas no sacrificarán el suministro local y que son consistentes con el tratado internacional, incluso en medio de condiciones de sequía prolongada en el norte de México. El proceso continúa con negociaciones bilaterales para definir cómo se completará el cumplimiento total del ciclo anterior y cómo se gestionarán futuras entregas en los próximos años.
Este paso conjunto subraya la importancia de respetar acuerdos internacionales históricos que benefician a comunidades a ambos lados de la frontera y refuerza la cooperación en temas de recursos hídricos entre los Estados Unidos y México.






