Las mujeres vikingas que la historia olvidó: la verdad sobre las guerreras del Norte

Un descubrimiento ha obligado a reconsiderar la idea de que la guerra era exclusiva de los hombres en la sociedad vikinga.

Por siglos, la historia de los vikingos se escribió con un sesgo masculino. Se les retrató como guerreros feroces, navegantes incansables y conquistadores implacables, mientras que sus mujeres fueron relegadas al hogar. Sin embargo, recientes descubrimientos están desmontando esta versión, revelando que algunas mujeres del Norte no solo compartieron el poder, sino que también lucharon en el campo de batalla.

Uno de los hallazgos más impactantes ocurrió en la isla de Birka, Suecia, un importante centro comercial vikingo. En 1877, el arqueólogo Hjalmar Stolpe desenterró una tumba excepcionalmente rica en armas y artefactos de guerra. Dentro de la cámara funeraria, se hallaron los restos de un esqueleto humano rodeado de un arsenal digno de un líder militar: espadas, hachas, lanzas, escudos y flechas diseñadas para atravesar armaduras. A sus pies, dos caballos yacían como parte de un elaborado ritual funerario.

Dado el contenido de la tumba, Stolpe y sus contemporáneos no dudaron en afirmar que se trataba de un hombre. Después de todo, la guerra era cosa de hombres, o al menos así lo dictaban las suposiciones de la época. Durante más de un siglo, esta interpretación permaneció incuestionable.

Ciencia contra prejuicio: el renacer de una guerrera

Todo cambió en 2014, cuando la antropóloga Anna Kjellström, de la Universidad de Estocolmo, decidió reexaminar los restos de la tumba de Birka con técnicas modernas. Para sorpresa de muchos, el análisis del esqueleto reveló que su estructura ósea era más consistente con la de una mujer. Aún más impactante fue el análisis de ADN en 2017, que confirmó sin lugar a dudas que el famoso “guerrero de Birka” era en realidad una guerrera.

El hallazgo sacudió el mundo de la arqueología. Algunos escépticos sugirieron que los objetos de la tumba podrían haber pertenecido a un esposo o padre, y que fueron colocados junto a ella como símbolo de su estatus. Sin embargo, los investigadores señalaron que nunca se había cuestionado la propiedad de las armas cuando se creía que el difunto era un hombre. Además, la disposición de los objetos en la tumba—con las armas dispuestas alrededor del cuerpo de manera similar a otras tumbas de guerreros—indicaba que estas pertenecían a la persona enterrada.

El descubrimiento ha obligado a reconsiderar la idea de que la guerra era exclusiva de los hombres en la sociedad vikinga. Aunque se sabía que las mujeres vikingas tenían un estatus más alto en comparación con otras culturas medievales—algunas eran comerciantes, navegantes y terratenientes—esta es una de las primeras pruebas tangibles de que al menos algunas fueron entrenadas para la batalla.

Más allá del mito: las verdaderas guerreras vikingas

Las sagas nórdicas mencionan figuras como Ladgerda, una guerrera que luchaba con el cabello suelto en batalla, y Freydís Eiríksdóttir, quien lideró expediciones en América del Norte. Aunque por mucho tiempo se creyó que estos relatos eran exageraciones o metáforas, la arqueología está demostrando que las mujeres vikingas jugaron un papel más activo en la guerra de lo que se pensaba.

Incluso hay registros históricos que confirman la existencia de mujeres líderes militares. Un texto del siglo XII, La guerra de los irlandeses contra los extranjeros, menciona a una comandante vikinga llamada Inghen Ruiadh, quien dirigió ataques en la región de Munster, Irlanda.

El redescubrimiento de la guerrera de Birka ha abierto un nuevo capítulo en la historia vikinga. No solo confirma que algunas mujeres empuñaron armas, sino que también desafía las suposiciones sobre el papel femenino en el pasado.

El bosque ha reclamado la tumba de la mujer de Birka, pero su historia ha resurgido para reclamar su lugar en la memoria colectiva.