¿Debe Estados Unidos reanudar las pruebas nucleares?

Los críticos advierten que una prueba estadounidense podría dar carta blanca a Rusia y China para hacer lo mismo, dándoles más ventajas tecnológicas.

Desde 1992, Estados Unidos no ha realizado pruebas nucleares, pero el creciente deterioro del entorno de seguridad global podría cambiar esto. Con Rusia y China expandiendo sus capacidades nucleares sin restricciones y sin interés en negociaciones de control de armas, algunos expertos sugieren que Washington debe prepararse para reanudar las pruebas.

En el verano de 2024, el ex asesor de seguridad nacional de Trump, Robert O’Brien, propuso en Foreign Affairs que Estados Unidos considere esta opción para mantener su disuasión creíble. Su argumento: mientras Washington se abstiene, Moscú y Pekín avanzan sin restricciones. La respuesta de la comunidad de control de armas no se hizo esperar, advirtiendo que esto desataría una nueva carrera armamentista y pondría en riesgo los esfuerzos globales de no proliferación.

El legado de las pruebas nucleares

Desde la era atómica, Estados Unidos ha realizado más de 1,000 pruebas nucleares, primero en la atmósfera y luego bajo tierra, para minimizar daños ambientales. En 1992, tras el fin de la Guerra Fría, impuso una moratoria unilateral y apostó por modelos computacionales para evaluar su arsenal. Aunque firmó el Tratado de Prohibición Completa de Pruebas Nucleares (CTBT, por sus siglas en inglés), nunca lo ratificó, dejando abierta la posibilidad de reanudar pruebas si fuera necesario.

¿Por qué volver a probar?

Existen dos razones principales para considerar el regreso de las pruebas nucleares:

Verificación de nuevas armas: Aunque la simulación computacional ha sido efectiva para evaluar el arsenal existente, Estados Unidos está desarrollando nuevas ojivas como parte de su modernización nuclear. Probarlas en condiciones reales podría ser necesario para garantizar su fiabilidad.

Demostrar determinación ante adversarios: En un contexto donde Rusia y China recurren a la coerción nuclear, una prueba estadounidense podría enviar un mensaje claro de que Washington no será intimidado. En un escenario de crisis, si un adversario realiza una prueba para demostrar fuerza, EE.UU. podría verse obligado a responder de la misma manera para evitar concesiones estratégicas.

¿Qué tan viable es una prueba nuclear hoy?

Reanudar pruebas no es tan simple. Según estimaciones del Departamento de Energía, podría tomar tres años preparar el sitio de pruebas en Nevada. Además, cumplir con regulaciones de seguridad y tratados internacionales alargaría aún más los plazos. Sin embargo, en caso de emergencia, un presidente podría declarar una excepción y acelerar el proceso, aunque esto probablemente enfrentaría resistencia legal y política.

Otra opción sería abandonar el CTBT y realizar pruebas en el océano Pacífico, aunque esto conllevaría serias consecuencias diplomáticas. Tal como ocurrió con el Tratado INF en 2019, Washington podría justificar su salida argumentando que Rusia y China ya están incumpliendo los acuerdos de control de armas.

Los críticos advierten que una prueba estadounidense podría dar carta blanca a Rusia y China para hacer lo mismo, dándoles más ventajas tecnológicas. También podría erosionar uno de los últimos acuerdos de control nuclear vigentes, aumentando la tensión global en un momento peligroso.

La reanudación de pruebas nucleares no es un escenario deseable, pero podría volverse necesaria en un mundo donde las potencias rivales desafían abiertamente las normas de seguridad internacional. Si un presidente estadounidense considera que una prueba es crucial para mantener la disuasión y evitar una escalada nuclear, el país debe estar listo para responder.

Estados Unidos debe tomar una decisión pronto: actualizar su infraestructura de pruebas o estar dispuesto a romper con un tratado que, en la práctica, sus adversarios ya ignoran.