Cada bloque político proyecta sus sospechas sobre el contrario: los republicanos creen que el asesino era demócrata; los demócratas e independientes, que era republicano.
El asesinato de Charlie Kirk, figura clave del activismo conservador en Estados Unidos, sigue generando más preguntas que respuestas. Una encuesta de YouGov, realizada el 14 de septiembre a 2,355 adultos, muestra que la mayoría de los estadounidenses cree que el homicidio estuvo motivado por razones políticas. Sin embargo, no hay consenso sobre cuáles fueron esas convicciones.
Kirk fue baleado el 10 de septiembre mientras ofrecía un discurso en la Utah Valley University. Tras una búsqueda de más de 30 horas, las autoridades detuvieron a Tyler Robinson, un joven de 22 años de Utah, identificado por su propio padre en imágenes difundidas por el FBI. El caso, de inmediato, atrajo la atención nacional: desde Donald Trump, quien ordenó ondear las banderas a media asta, hasta el vicepresidente JD Vance, que acompañó el féretro a Arizona en el Air Force Two.
La encuesta revela que un 51% de los consultados atribuye el ataque a motivaciones políticas, mientras un 21% lo desvincula de ese terreno y un 28% se mantiene en la incertidumbre. La división partidista es clara: 63% de los republicanos está convencido de que el crimen fue ideológico, frente a apenas 44% de demócratas y 46% de independientes.
En cuanto a la afiliación del atacante, la opinión pública está fragmentada: 24% lo asocia con el Partido Republicano, 21% con el Demócrata, 15% lo ve como independiente y un 40% admite no saber. Cada bloque político proyecta sus sospechas sobre el contrario: los republicanos creen que el asesino era demócrata; los demócratas e independientes, que era republicano.
En una comparecencia judicial el 16 de septiembre, Robinson se mostró inexpresivo y vestía un chaleco de prevención de suicidios. Ha rechazado hablar con los investigadores y actualmente se encuentra detenido sin derecho a fianza, enfrentando siete cargos graves, incluidos asesinato agravado y obstrucción a la justicia. Los fiscales han declarado su intención de solicitar la pena de muerte.
El gobernador de Utah, Spencer Cox, aseguró que Robinson estaba “adoctrinado con ideología de izquierda” y señaló vínculos personales con un compañero transgénero. Añadió que las balas encontradas en el campus llevaban grabados con mensajes contra el fascismo y referencias a memes de internet. Sin embargo, los detalles que van surgiendo complican el panorama: Robinson provenía de una familia republicana, era descrito por sus vecinos como una persona tranquila e inteligente, y asistió brevemente a la Universidad Estatal de Utah. Las autoridades aún no han confirmado un motivo político definitivo, aunque la evidencia sugiere cada vez más que la pasión ideológica tuvo un papel importante.
La reacción política también ha estado marcada por el sesgo partidista. Solo 20% de los encuestados cree que demócratas y republicanos han respondido de forma adecuada. Mientras tanto, legisladores republicanos exigen investigar a “organizaciones de izquierda” que, según ellos, promueven la violencia contra conservadores. Sus críticos acusan a Trump y a su partido de usar la tragedia para avivar la polarización.
Expertos señalan que, más allá de la bandera ideológica, la violencia política en EE.UU. suele estar alimentada por la soledad y problemas de salud mental. Pero el asesinato de Kirk confirma una peligrosa tendencia: cada tragedia se convierte no solo en duelo, sino en un campo de batalla para reforzar narrativas partidistas.