La demanda fue encabezada por la novelista Andrea Bartz y los escritores de no ficción Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson.
La industria tecnológica acaba de recibir un golpe histórico: Anthropic, la empresa detrás del chatbot Claude, acordó pagar 1,500 millones de dólares para cerrar una demanda colectiva presentada por autores que acusaron a la compañía de usar copias pirateadas de sus obras para entrenar inteligencia artificial.
El acuerdo, pendiente de la aprobación de un juez federal en San Francisco, se perfila como el mayor resarcimiento por derechos de autor en la historia y podría marcar un precedente en la batalla entre creadores y gigantes de la IA. Cada autor o editorial afectado recibirá unos 3,000 dólares por libro, en un universo estimado de medio millón de obras.
La demanda fue encabezada por la novelista Andrea Bartz y los escritores de no ficción Charles Graeber y Kirk Wallace Johnson. El caso cobró fuerza cuando el juez William Alsup determinó en junio que, aunque entrenar chatbots con libros protegidos podía considerarse “uso justo” y transformador, Anthropic había accedido de manera ilegal a más de siete millones de títulos desde bibliotecas piratas como LibGen, Books3 y Pirate Library Mirror. Entre ellos figuraba la primera novela de Bartz, The Lost Night.
Para evitar un juicio en diciembre que podría haber puesto en jaque sus finanzas, Anthropic aceptó no solo el pago millonario, sino también la destrucción de los archivos obtenidos. La decisión fue celebrada por el gremio de autores: “Es un resultado excelente y una advertencia clara a la industria de la IA”, declaró Mary Rasenberger, directora ejecutiva del Authors Guild.
No todos comparten el entusiasmo. Organizaciones europeas, como la Danish Rights Alliance, recordaron que el acuerdo solo protege a quienes tienen sus obras registradas en Estados Unidos y señalaron que para las grandes tecnológicas estas sanciones pueden verse como un “costo de hacer negocios”.
La paradoja es evidente: mientras enfrenta esta sanción, Anthropic se valora en 183,000 millones de dólares tras su última ronda de inversión y proyecta ventas por 5,000 millones este año, aunque aún no ha generado utilidades.
El desenlace no solo afecta a Anthropic. Otros pleitos en curso contra OpenAI, Microsoft, Meta, Midjourney e incluso Apple podrían verse influidos por este precedente. La señal es clara: el camino de las tecnológicas para alimentar a sus algoritmos con obras ajenas ya no será gratis.