La respuesta al crimen de Kirk se ha caracterizado por llamados pacíficos: un aumento de suscriptores a Turning Point USA.
Un mes después del asesinato del activista conservador Charlie Kirk en Utah, la discusión pública no solo gira en torno al crimen, sino también sobre su interpretación. Desde sectores de la derecha se acusa a la izquierda de intentar redefinir los hechos mediante comparaciones y narrativas que, según ellos, buscan restar peso al ataque.
Algunos sectores han intentado comparar el asesinato de Kirk con la muerte de George Floyd en 2020, calificándolo como el “momento George Floyd de los conservadores”. Sin embargo, la reacción ha sido distinta. Mientras la muerte de Floyd derivó en meses de protestas, disturbios y cambios en políticas institucionales, la respuesta al crimen de Kirk se ha caracterizado por llamados pacíficos: un aumento de suscriptores a Turning Point USA, mayor interés en el registro de votantes y exhortos a la participación política, sin incidentes de violencia.
Otra narrativa disputada es la equiparación entre la vida de Kirk y la de Floyd. Mientras al primero se le describe como un líder político con familia estable y sin antecedentes penales, al segundo se le recuerda con un historial de delitos y consumo de drogas. Este contraste se utiliza como argumento para subrayar que los dos casos son de naturaleza completamente distinta, más allá de la tragedia de ambas muertes.
También ha circulado la versión de que el ataque fue un acto de “violencia interna” en la derecha, dado el origen mormón de Robinson y de su pareja. Sin embargo, las investigaciones han revelado indicios que apuntan a motivaciones ideológicas: cartuchos con símbolos de Antifa, mensajes vinculados a la comunidad trans y conversaciones en foros en las que se hablaba de atacar a Kirk. Conocidos del acusado afirman que mostraba una fijación con la visita del activista y había expresado simpatías políticas de izquierda.
A nivel político, Turning Point USA ha retomado la actividad pública. Su primer evento en Utah tras el asesinato reunió a miles de asistentes bajo el lema de continuar la misión de Kirk. El funeral, celebrado en Arizona el 21 de septiembre, congregó a más de 100 000 personas, consolidando su imagen como símbolo de libertad de expresión y víctima del extremismo ideológico.
El caso plantea un dilema mayor: cómo se construye el relato en torno a una tragedia que toca fibras políticas sensibles. Para algunos, Kirk se convierte en un símbolo de la libertad de expresión atacada; para otros, lo preocupante es la utilización política de su muerte.
Un mes después, el debate sobre su significado no se apaga, y sus efectos podrían sentirse pronto en la arena electoral.