La expansión de China en América Latina representa un desafío estratégico que Estados Unidos no puede ignorar.
China ha intensificado su presencia en América Latina a través de proyectos de infraestructura estratégicos, como el recién inaugurado puerto de aguas profundas en Chancay, Perú. Este megaproyecto, controlado en un 60% por la empresa estatal china COSCO Shipping, promete reducir significativamente los tiempos de transporte entre China y América del Sur, fortaleciendo la posición comercial de Pekín en la región.
El puerto, que también contará con una conexión ferroviaria hacia Brasil, el mayor socio comercial chino en Sudamérica, es visto como una oportunidad para Perú de consolidarse como un centro logístico clave. Sin embargo, el proyecto ha generado preocupación, ya que COSCO obtuvo derechos exclusivos de operación, en un proceso que algunos consideran que otorga demasiada influencia a China.
Para Estados Unidos, la situación refleja un desafío. A pesar de ser el mayor inversor extranjero en América Latina, Washington no ha logrado ofrecer alternativas a los países de la región que buscan cerrar brechas de infraestructura. Mientras tanto, la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China ha avanzado con inversiones que superan los $286 mil millones en la región, incluyendo proyectos de transporte masivo y energía.
Con esta creciente influencia, China no solo aumenta su presencia económica, sino también su capacidad de ejercer presión política y estratégica en una región clave para Estados Unidos. Los expertos sugieren que Washington debe actuar rápidamente para fortalecer su liderazgo y evitar que Pekín continúe consolidando su posición.