¿Son en realidad nuestras conversaciones privadas?
Apple, la gigante tecnológica conocida por su énfasis en la privacidad, ha acordado pagar $95 millones para resolver una demanda colectiva que la acusa de usar su asistente virtual Siri para grabar conversaciones de los usuarios sin su consentimiento. Este acuerdo, presentado en un tribunal federal en Oakland, California, busca cerrar una disputa legal de cinco años.
Según la demanda, Siri se activaba accidentalmente, incluso sin la frase “Oye, Siri,” y registraba conversaciones privadas. Algunos de estos registros habrían sido compartidos con anunciantes, generando promociones dirigidas como ofertas de zapatillas deportivas, restaurantes e incluso tratamientos quirúrgicos discutidos en conversaciones que los usuarios creían privadas.
Estas acusaciones cuestionan el compromiso público de Apple con la privacidad, un principio que su CEO, Tim Cook, ha calificado como un “derecho humano fundamental.” Aunque Apple niega cualquier mala conducta, aceptó el acuerdo como parte de su resolución del caso.
El acuerdo, que aún debe ser aprobado por el juez federal Jeffrey White, cubre a los propietarios de dispositivos Apple con Siri entre el 17 de septiembre de 2014 y el 31 de diciembre de 2023. Los usuarios elegibles podrían recibir hasta $20 por dispositivo, con un máximo de cinco dispositivos por persona. Sin embargo, el pago final dependerá del número de reclamos, ya que se espera que solo entre el 3% y el 5% de los usuarios participen.
Aunque $95 millones parecen mucho, representan una pequeña fracción de los $93.74 mil millones en ganancias anuales de Apple, equivalente a unas nueve horas de ingresos.
También es una mínima parte del estimado de $1,500 millones que Apple podría haber enfrentado si el caso hubiera llegado a juicio por violar leyes de privacidad.
Este caso pone en evidencia la creciente preocupación sobre cómo las empresas tecnológicas manejan los datos de los usuarios. La posibilidad de que asistentes virtuales como Siri estén espiando abre un debate sobre el equilibrio entre comodidad y privacidad.
Mientras Apple busca dar vuelta a la página con este acuerdo, una demanda similar contra el Asistente de Google sigue en curso en un tribunal federal de San José. Ambas demandas destacan los desafíos de regular tecnologías que, aunque útiles, plantean serias implicaciones éticas y de privacidad.
Apple puede cerrar este capítulo legal, pero las preguntas sobre confianza y responsabilidad corporativa seguirán resonando. En un mundo donde los asistentes virtuales evolucionan constantemente, los usuarios deben reflexionar: ¿cuánta privacidad estamos dispuestos a sacrificar por la comodidad?