Un asteroide con potencial destructivo está bajo la lupa de la NASA: ¿qué tan real es el riesgo?
Los astrónomos han identificado al asteroide 2024 YR4 como el objeto espacial con mayor nivel de amenaza registrado hasta ahora, con una probabilidad del 3.1% de colisionar con la Tierra el 22 de diciembre de 2032, según las más recientes estimaciones de la NASA.
A pesar de este cálculo, los expertos aseguran que no hay motivos de alarma y que el monitoreo continúa de manera exhaustiva. La comunidad científica, en conjunto con agencias espaciales internacionales, seguirá evaluando la trayectoria del asteroide, con la ayuda del telescopio espacial James Webb, que enfocará su mirada en el objeto en marzo próximo.
Detectado el 27 de diciembre de 2024 por el Observatorio El Sauce en Chile, 2024 YR4 tiene un tamaño estimado entre 40 y 90 metros de diámetro, con una composición similar a la de otros asteroides conocidos. Debido a su potencial impacto, la Red Internacional de Alerta de Asteroides (IAWN) emitió una advertencia el 29 de enero, cuando la probabilidad de colisión superó el 1%. Desde entonces, este porcentaje ha variado, aunque mantiene una tendencia al alza.
El asteroide Apophis, registrado en 2004 con un 2.7% de posibilidad de impacto en 2029 antes de ser descartado como amenaza, había sido hasta ahora el de mayor riesgo. El caso de 2024 YR4 supera este umbral, lo que lo convierte en un evento sin precedentes en la historia de la vigilancia espacial.
Aunque no se trata de un asteroide de impacto global, un choque con la Tierra podría ocasionar daños severos en la zona afectada. Si entra en la atmósfera, la explosión generada equivaldría a unos ocho megatones de TNT, unas 500 veces más potente que la bomba de Hiroshima. En caso de que su tamaño sea mayor de lo estimado, existe la posibilidad de que impacte la superficie y genere un cráter.
Las áreas potencialmente afectadas incluyen el océano Pacífico oriental, el norte de Sudamérica, el Atlántico, África, la península arábiga y el sur de Asia. Sin embargo, los expertos aseguran que aún es temprano para considerar medidas drásticas.
Gracias a avances científicos recientes, la humanidad cuenta con opciones para desviar objetos espaciales. La NASA demostró en 2022, con su misión DART, que una nave puede modificar la trayectoria de un asteroide. Además, se estudian alternativas como el uso de láseres, atracción gravitatoria con sondas espaciales o incluso explosiones nucleares como último recurso.
A medida que se obtengan nuevos datos, la probabilidad de impacto podría ajustarse, e incluso reducirse a cero. La comunidad científica continúa con la observación para garantizar la seguridad del planeta.