En 2021, TikTok lo rescató y viralizó.
La historia podría parecer una fantasía new age, pero está respaldada por documentos oficiales: en 1983, la CIA analizó un programa de meditación que prometía abrir portales de conciencia, permitir viajes fuera del cuerpo y conectar al ser humano con dimensiones alternativas. Ese programa, conocido como Gateway Process, nació en el Monroe Institute. Y aunque durante décadas permaneció como una rareza archivada en Washington, hoy vive un resurgimiento inesperado, impulsado por TikTok, por la cultura del bienestar y por una generación que busca respuestas en lugares menos convencionales.
El origen es sorprendentemente sencillo. En los años cincuenta, el exejecutivo de radio Robert Monroe comenzó a experimentar con sonidos capaces de sincronizar los hemisferios cerebrales. Su hallazgo, una técnica basada en tonos binaurales, lo llevó a vivir experiencias extracorporales y a fundar en 1971 el instituto que lleva su nombre. El objetivo original no era esotérico ni militar, sino explorar cómo estos estados profundos podían revelar habilidades internas, intuición y lo que Monroe describía como “guía interior”.
Pero en plena Guerra Fría, cualquier idea que sonara a ventaja psicológica captaba la atención del gobierno estadounidense. Convencida de que la Unión Soviética investigaba habilidades psíquicas para espionaje, la CIA recurrió al Monroe Institute. El informe resultante, un documento de 29 páginas escrito por el teniente coronel Wayne McDonnell, es una mezcla de análisis técnico y especulación cósmica: el universo como holograma, la conciencia como fuerza capaz de moldear la realidad y la posibilidad de “escapar” del tiempo y el espacio mediante estados conocidos como Focus 10, Focus 12 o Focus 15.
Aunque el proyecto no dio pie a viajes temporales ni contactos divinos fiables, el archivo desclasificado estaba destinado a encontrar una segunda vida. En 2021, TikTok lo rescató y viralizó. El resultado fue inmediato: los cursos digitales del instituto comenzaron a agotarse, los retiros presenciales en Virginia se llenaron y miles de jóvenes empezaron a experimentar con las meditaciones que, décadas antes, interesaron a la inteligencia estadounidense.
Quienes asisten describen encuentros con seres queridos fallecidos, sensaciones de disolución corporal y estados de claridad emocional. Psicólogos consultados explican que estas experiencias pueden estar relacionadas con una profunda reducción del ruido mental y con patrones cerebrales poco habituales. Para unos, es un viaje espiritual; para otros, una herramienta neurológica que permite acceder a zonas poco exploradas de la mente.
Lo cierto es que el método Monroe ha encontrado su momento cultural. En una era saturada de ansiedad y dudas existenciales, la promesa de que la conciencia humana guarda puertas internas por abrir resulta irresistible. Quizá la CIA nunca encontró un protocolo para manipular el tiempo ni para dialogar con lo divino. Pero el interés masivo por Gateway demuestra que la búsqueda de significado, con o sin hologramas cósmicos, sigue siendo una de las fuerzas más poderosas de nuestra época.






