El Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur expresó “preocupación y pesar” por la redada.
Un operativo federal en Georgia sacudió recientemente a la industria automotriz y energética de Estados Unidos. Cerca de 450 personas sin estatus legal fueron detenidas en la planta de baterías para vehículos eléctricos que Hyundai construye en Ellabell, a 35 millas de Savannah.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) explicó que la redada forma parte de una investigación por presuntas prácticas laborales ilegales y otros delitos federales graves. La magnitud del despliegue fue notable: participaron el FBI, la DEA, la Patrulla Estatal de Georgia, el Departamento del Trabajo y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, entre otras agencias. “Quienes explotan a trabajadores, socavan la economía y violan la ley enfrentarán consecuencias”, advirtió un portavoz del DHS.
La reacción corporativa no tardó en llegar. Hyundai emitió un comunicado en el que aseguró que ninguno de los detenidos es empleado directo de la compañía y que mantiene un compromiso estricto con el cumplimiento legal en todas sus operaciones. “Priorizamos la seguridad y el bienestar de todos en el sitio”, señaló la empresa.
El caso, sin embargo, trasciende lo laboral y roza lo diplomático. El Ministerio de Relaciones Exteriores de Corea del Sur expresó “preocupación y pesar” por la redada y pidió que las actividades de sus compañías en Estados Unidos no se vean afectadas injustamente. Hyundai, que tiene su sede en Seúl, es uno de los principales inversionistas en la nueva cadena de suministro estadounidense de vehículos eléctricos, un sector estratégico tanto por la competencia con China como por la transición energética interna.
Aún se desconoce la procedencia de los detenidos ni si serán deportados, pero el operativo refuerza una prioridad política clara: la administración Trump ha puesto el foco en la detención y expulsión de migrantes indocumentados, y quiere enviar un mensaje inequívoco a las empresas que dependen de contratistas y subcontratistas.
Que el golpe ocurra en una planta emblema de la transición hacia el auto eléctrico abre interrogantes sobre sus efectos colaterales. ¿Se trata de un escarmiento puntual o de un anticipo de mayor vigilancia sobre un sector que Washington busca proteger de la competencia extranjera? Lo cierto es que, por ahora, la construcción del proyecto Hyundai en Georgia queda marcada por un operativo que combina migración, economía y geopolítica en un mismo escenario.