La soledad cotiza al alza: El negocio multimillonario de sentirse solo

El fenómeno no distingue edades: impacta tanto a jóvenes como a mayores.

Vivimos hiperconectados, pero nunca tan solos. La paradoja de la era digital ha dado forma a una nueva economía: la soledad como negocio. Y es un negocio en auge. Desde aplicaciones de citas sin intención romántica, clubes antisolitarios y robots conversacionales, hasta servicios de “amigos de alquiler”, el mercado global de la compañía artificial ya mueve cientos de miles de millones de dólares.

El fenómeno no es menor. Organismos como la OMS y la OCDE lo reconocen como una amenaza global que, en términos de salud pública, se compara al tabaquismo o la obesidad. La soledad aumenta el riesgo de depresión, ansiedad, enfermedades cardíacas y hasta muerte prematura. Y mientras deja huellas en el bienestar emocional, también vacía las arcas públicas: solo en España, el coste de la soledad no deseada se calcula en más de 16.000 millones de dólares al año, repartidos entre gastos sanitarios y pérdida de productividad.

Pero este sufrimiento, lejos de movilizar solo a autoridades y ONG, ha despertado la ambición empresarial. Startups y gigantes tecnológicos compiten por conquistar el mercado de quienes buscan compañía, real o simulada. En 2030, se espera que la industria de los compañeros virtuales mediante inteligencia artificial supere los 140.000 millones de dólares. Los robots sociales, como ElliQ o Celia (desarrollada en España), avanzan para ofrecer no solo conversación, sino consuelo.

El catálogo de “remedios” es amplio: desde mascotas reales o virtuales, plataformas de comidas compartidas como Timeleft, hasta aplicaciones que organizan encuentros entre desconocidos. Empresas como Rent-A-Friend ofrecen amigos de carne y hueso por suscripción. Y el fenómeno no distingue edades: impacta tanto a jóvenes como a mayores, con especial incidencia en personas que viven solas, migrantes y colectivos vulnerables.

El riesgo, alertan los expertos, es difuminar la frontera entre lo real y lo simulado. Si bien los chatbots o los robots pueden ser un apoyo, ¿hasta qué punto reemplazan o desincentivan los vínculos humanos auténticos? Más inquietante aún: cerca del 60% de los usuarios de bots como Replika declaran tener una relación romántica con su “compañero” virtual.

Mientras tanto, el capital fluye: inversores y fondos de riesgo apuestan por esta nueva mina de oro emocional. ¿El resultado? Una industria que crece al ritmo de nuestra desconexión y que, en lugar de combatir la soledad, podría estar contribuyendo a normalizarla. Porque en el mercado de la compañía, tu vacío emocional tiene un precio… y es cada vez más alto.