La inflación en Estados Unidos alcanza su punto más bajo en cuatro años

A pesar de las tensiones comerciales, los precios de bienes esenciales como alimentos, gasolina y ropa registraron descensos.

Contra todos los pronósticos, la inflación en Estados Unidos se desaceleró en abril a su nivel más bajo desde 2021. El índice anual se ubicó en 2.3%, superando las expectativas de los analistas y dando un respiro a los bolsillos estadounidenses.

La sorpresa no es menor: en un contexto marcado por la imposición de nuevos aranceles por parte de la nueva administración, los temores sobre una posible escalada inflacionaria se desvanecen. Lejos de dispararse, los precios se han estabilizado. De hecho, el promedio de inflación durante la administración actual se mantiene en 1.6%, bastante por debajo del 8.6% registrado en los primeros 18 meses de la administración anterior.

Además, dos acuerdos comerciales —uno con el Reino Unido y otro con China— firmados recientemente ayudaron a calmar los mercados y, sobre todo, a tranquilizar a los consumidores.

En la práctica, los hogares ya están sintiendo el alivio: los precios de la gasolina y los alimentos bajaron en abril, algo que no ocurría desde finales de 2020. También se reportaron descensos en productos como ropa y automóviles usados, mientras que el costo de los vehículos nuevos se mantuvo estable.

La secretaria de Trabajo, Lori Chavez-DeRemer, celebró la noticia con entusiasmo: “Las familias trabajadoras por fin están viendo que su dinero rinde más, y pueden conservar una mayor parte de su salario”.

Sin embargo, los economistas advierten que este podría ser un punto de inflexión. Algunas categorías de bienes comienzan a reflejar los efectos de los aranceles, especialmente en productos electrónicos y mobiliario para el hogar. Al mismo tiempo, la caída en los precios de servicios como el transporte aéreo responde a una baja en la demanda —los consumidores están más cautelosos y postergan gastos no esenciales.

Según Ben Ayers, economista de Nationwide, es probable que esta tendencia se revierta en verano, con una posible alza en el índice de precios al consumidor que lo lleve nuevamente por encima del 3%. A su vez, esto podría frenar el crecimiento económico en la segunda mitad del año.

La Reserva Federal, por su parte, sigue observando de cerca el impacto de las políticas comerciales y no parece tener prisa en recortar las tasas de interés, a pesar del enfriamiento inflacionario. De hecho, PNC Financial anticipa que los efectos de los aranceles terminarán ralentizando el mercado laboral, lo que podría forzar a la Fed a actuar en el segundo semestre con posibles recortes a su tasa de referencia.

En resumen, mientras el gobierno celebra una inflación contenida, los expertos mantienen cautela: la guerra comercial aún no ha dicho su última palabra.